Mi Experiencia con los Ataques de Pánico
Te quiero contar mi experiencia, cómo aparecieron y cómo me pude hacer cargo para acercarme a mi verdadera naturaleza y atraer la paz.
Mis ataques de ansiedad empezaron desde los 8 años
Desde que recuerdo he sido miedosa y tanto miedo desencadenó algo mayor. Lo que me pasaba a esta edad es que no sabía que lo que me pasaba me lo estaba causando yo misma a través de mis pensamientos. Creía que lo que me estaba pasando era real, los mareos, dolores de cabeza, entumecimiento en el cuerpo, pesadez en la piernas, dolores extraños, sensación de ahogo, fatiga, etc., todo era una alarma me hacía terminar en la clínica para que me dijeran que estaba perfecta, que nada me estaba pasando a nivel físico.
El no saber qué estaba pasando por un ataque de ansiedad, a mi juicio, era más fácil porque yo no tenía nada que controlar, dejaba que el descontrol se apoderara de mi. Lo que era aceptable para una niña de 8 años. Lo difícil y más duro era lo molesto que era vivir siempre en peligro, paralizada impidiendo cualquier movimiento que me sacara de mi área de seguridad. Así, era mejor que otros se hicieran cargo de mi vida porque yo no podía con ella.
La visitas al psicoanalista servían para que mis ataques de ansiedad fueran disminuyendo pero no era permanente. Siempre que pasaba por alguna situación que me desencadenaba un ataque, estos regresaban como si nunca hubiera trabajado en ellos.
Crecer me hizo darme cuenta que tenía que empezar a hacer la parte difícil; hacerme cargo, trabajar por entender mis miedos, mirarlos de frente, por abajo, por los lados, saber que tenían por dentro, que me querían decir, escucharlos y trabajar por mi bienestar. Y así empecé desde mi soledad. La soledad la pongo como un espacio que hizo más difícil este proceso. No tenía a quién compartirle que vivía en miedo profundo, no tenía a quién decirle que estaba pasando por esto. Para mi familia era una situación muy dura y yo no quería hacerlos sufrir y con mis amigos entraba en vergüenza. Por eso compartir mi experiencia se que puede alejar este espacio donde sentimos que estamos solos con esto, que somos los únicos.
Fue todo un experimento, empecé a ver qué pasaba si me atrevía a hacer esas cosas que el miedo me decía que no hiciera.
Y ahí fue maravilloso descubrir una emoción que no tenía muy a la mano y era la valentía la cual se convirtió en mi gran aliada. Este experimento me ayudó a identificar que si quería en la vida y qué no. Tiene que ver con las puertas y oportunidades que si debo crear y las que puedo dejar pasar. A veces creemos que el ser valientes requiere que desafiemos todos nuestros miedos y no es así! Porque el miedo nos cuida!, eso fue lo otro que aprendí, que es lo que debo cuidar qué es tan importante.
En la medida que más miraba y escuchaba el mensaje que el miedo tenía para mí, más lograba encontrarme y mis ataques de pánico empezaban a disminuir y a tener un significado diferente para mi. Esto lo he dicho varias veces, no luches porque el miedo no regrese, porque va a regresar. Pero qué pasa cuando trabajamos en esta emoción es que podemos hacernos cargo para que sus síntomas no se apoderen de nosotros y saquemos provecho de escuchar lo que nos quiere decir, hacer ajustes en nuestras vidas y avanzar. En este momento que pasa cuando llega el miedo:
- Respiro.
- Hago conciencia de mi cuerpo, recorro cada una de sus partes y escucho que sensaciones físicas están llegando.
- Observo que estas sensaciones son creadas por mi mente y que vana a estar ahí un rato. No peleo con ellas pero les resto importancia y les quito el foco de mi mente. Les resto energía.
- Sigo respirando largo y pausado.
- Me enraizo, yo lo hago a través de posturas y respiraciones de yoga.
- Hago conciencia de mi situación actual, qué hay en ella qué me está generando estados de peligro, qué puedo perder que debo cuidar, qué estoy descuidando de mi misma, de mi entorno, qué es importante para mi en ese momento, que realmente está sucediendo y que no.
- Me digo muchas veces que no estoy loca, es normal, no soy la única que pasa por esto.
- Canto o escucho música feliz y mantras!
Lo anterior me permite que mi ansiedad y miedo no se desencadene en un ataque. Pero lo más importante, me permite escuchar su mensaje para hacerme cargo, seguir integrando mi ser, para poder caminar por la vida desde mi coherencia permitiéndome un mayor estado de bienestar y tranquilidad.
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