Del Darnos Cuentas al Hacernos Cargo
Cada vez tener una mirada interna es más importante, estamos tan expuestos a información que a veces ni sabemos qué hacer con tanto. Bajar el ritmo acelerado de un hacer sin sentido para replantearnos como darle sentido a nuestro hacer es una manera encontrar nuestro propósito y darnos cuenta de cómo creamos nuestra realidad.
Existen muchas alternativas para aprender a generar esa escucha interna, podemos leer libros, tomar talleres, retiros, terapia, coaching, etc. La forma de hacerlo está a la mano, sin embargo a veces nos llenamos de información que nos ayuda a «darnos cuenta» de cómo nuestras formas automáticas de ser generan nuestra realidad, pero nos vamos quedando en el darnos cuenta sin entender cómo integrar esos aprendizajes en nuestra vida y relaciones.
Así me estaba pasando a mí, cuando empecé a explorar mi relación con el miedo estuve en muchas reflexiones con las que me fui dando cuenta que tenía mucho que ver con lo separada que estaba de mi ser. Me daba cuenta de muchas cosas, me asombraba, pensaba mil formas de integrar eso que quería en la vida, pero no lograba hacerlo parte de mí. Creía que solo por adquirir información ya iba a poder salvarme y salvar a mundo pero no fue así, por más que leía, hacía cursos, lecturas de cartas, etc. había algo que no lograba que eso que ya sabía, en el mundo de la razón, realmente me trajera paz y serenidad. Es por eso, que por más que nos devoremos todos los libros de superación personal nada pasa hasta que todo lo que leemos o experimentamos deje de estar en el mundo meramente racional.
Darnos cuenta es el inicio, transformar eso en aprendizaje requiere
que nos hagamos cargo y lo llevemos a la experiencia de manera recurrente
Y entonces, llegó a mi vida el coaching ontológico para entender qué pasaba con mi ser. Además, mi ser, no tenía que ver con algo extraño que había que rebuscar, lo tenía tan a la mano que no lo había visto. Descubrí que mi ser podía aparece de manera auténtica en la medida que fuera integrando cuerpo, lenguaje y emoción. Fue ahí donde entendí por qué solo desde el lenguaje no estaba logrando lo que quería en mi vida; mi cuerpo no estaba sosteniendo las emociones que mi lenguaje requería para crear una nueva realidad.
Por eso, en los procesos de coaching no solo acompaño a las personas a darse cuenta de lo que les pasa sino también a integrar y sostener sus aprendizajes. Este sostener se da cuando al ampliar nuestra forma de ver la vida y darnos cuenta que hay nuevas formas de relacionarnos, logramos crear acciones que se van instalando en nuestro cuerpo y van haciendo a un lado esos hábitos que ya no nos sirven. Transformar un darse cuenta en aprendizaje y transformación requiere trabajo consciente, valentía y paciencia, mucha paciencia.
Cuando ese «darnos cuenta» cuida algo que es muy importante aparece la valentía, esta emoción no nos deja rendir, nos permite seguir mirando un poco más allá, aprovéchala para ponerla al servicio de tu aprendizaje. Esa gran energía que aparece nos permite determinar y sostener para poder seguir dando espacio a nuevos “darnos cuenta”, para poder habitar el mundo desde un ser que da, recibe e integra.
Trabajar en el ser es de lo más gratificante y asombroso que me ha pasado, de ahí puedo decir que aparece mi revivir, el poder respirar, el poder crear, el saber que me puedo equivocar, que puedo sanar. La vieja coherencia también de cierta manera aún habita en mí y a veces aparece con sus luces y sus sombras para recordarme siempre que soy aprendiz.
